[ Pobierz całość w formacie PDF ]
huertos y a ayudar en la construcción, para tenerla alejada de su hijo. De este modo,
cuando llegó el momento adecuado, y Adán tenía trece años de edad, pudieron juntar a
madre e hijo. Para ese entonces, a ambos se les había explicado cuál era su obligación.
Y, también por ese entonces, todos se habían dado cuenta de que la Madre no sólo era
fértil, sino además mortal..., a diferencia de los demás, que no parecían serlo. Para
cuando nació su primera hija, la Madre parecía más vieja que algunos de aquellos que la
habían ayudado a criar a su primogénito.
»Al cabo, la Madre tuvo tres hijas, y murió en el parto de su segundo hijo. Este hijo
era... gravemente deforme: tenía un agujero en la espalda; la gente dice que por él se le
podía ver la espina dorsal. Y tenía otras cosas mal. Murió, y fue enterrado con la Primera
Madre en un lugar... que es sagrado para nosotros. La gente construyó allí un santuario, y
algunos dicen que, cuando van a rezarle a la Madre, ésta se les aparece. Que la han visto
en espíritu.
Tomás se detuvo y miró a los tres oankali.
¿Creéis en los espíritus? les preguntó.
Creernos en la vida le contestó Ahajas.
¿En la vida después de la muerte?
Ahajas alisó brevemente sus tentáculos, en silencioso asentimiento.
Cuando esté muerta dijo , nutriré otra vida.
Pero lo que yo quiero decir...
Si muriese en un mundo sin vida, un mundo que sin embargo pudiese mantener
algún tipo de vida si ésta fuese lo bastante tenaz, las organelas que hay dentro de cada
célula de mi cuerpo sobrevivirían y evolucionarían. Quizás en un millón de años, ese
mundo estaría tan lleno de vida como lo está éste.
¿...Lo estaría?
Sí. Nuestros antepasados han sembrado de esa manera muchos muertos desiertos.
Nada hay más tenaz que la vida de la que estamos hechos. Un mundo de vida que surge
de la muerte aparente, de la disolución. En eso es en lo que creemos.
¿En nada más?
Ahajas se alisó de nuevo, divertida, y al hacerlo reflejó la luz del fuego.
No, Lelka. En nada más.
Él no preguntó lo que significaba «Lelka», pese a que no podía saberlo. Significaba
niño atriado..., algo que los padres llamaban a sus hijos adultos y a los cónyuges de sus
hijos. Tendría que acordarme de pedirle que no le volviese a llamar así. Aún no.
Cuando yo era pequeño prosiguió Tomás , planté un árbol en el santuario de la
Madre. Sonrió, recordando . Alguna gente quería arrancarlo. Pero creció tan bien, y
eso que nadie lo cuidaba, que la gente dijo que a la Madre le debía de gustar tenerlo allí.
Se detuvo y miró a Ahajas.
Ésta asintió con la cabeza, en un gesto muy humano, y le contempló con interés y
aprobación.
La Madre tuvo treinta y tres nietos continuó Tomás . Quince sobrevivieron. Entre
éstos había varios deformes o que fueron adquiriendo deformaciones. Pero eran fértiles, y
no todos sus hijos tenían las deformaciones. Los deformes no podían ser desdeñados: a
veces, chicos que parecían estar bien, con sólo unas pocas manchas en su piel, tenían
descendientes deformes. Uno de nuestros ancianos dijo que ésta era una enfermedad
que ya se conocía antes de la guerra, que él había sabido de una mujer que la tenía, y
que su aspecto era muy parecido al que yo tenía antes de que Khodahs me curase.
Al momento, todo el mundo se volvió para enfocarme.
Preguntádmelo cuando haya terminado su historia les dije . De todos modos, no
sé cómo se llama esa enfermedad, sólo puedo describírosla.
Descríbela dijo Lilith.
La miré, y me di cuenta de que me estaba pidiendo algo más que una descripción de la
enfermedad. Su rostro estaba tenso y hosco, como lo había estado desde que Jesusa
había prometido quedarse durante mi metamorfosis. Ella quería saber qué otra razón
podía haber, aparte de su amor por mí, para no decirles a los demás humanos lo muy
ligados que iban quedar a mí. Deseaba saber por qué debía traicionar a su propia especie
con su silencio.
Era una enfermedad genética le dije . Afectaba a su piel, a sus huesos, a sus
músculos y a sus sistemas nerviosos. Les provocaba tumores, muy grandes en la cara y
en la parte superior del torso de Tomás. Su nervio óptico estaba afectado. Los huesos de
su cuello y de un brazo estaban afectados. Su sentido del oído estaba afectado. Jesusa
estaba cubierta, de cabeza a pies, por pequeños tumores, muy visibles, pero que no
coartaban su habilidad de moverse o usar sus sentidos.
Yo tuve mucha suerte dijo Jesusa con voz tranquila . Tenía un aspecto feo, pero
[ Pobierz całość w formacie PDF ]